No creas en cuentos de hadas.

 ¿Quién no ha escuchado cuentos de hadas alguna vez? Los cuentos de hadas diseñados para niñas, en los que solo hay que esperar un príncipe que nos rescate de nuestra vida y nos lo dé TODO. Es muy fácil creerse esos cuentos y esperar inconscientemente que te pase eso a ti y no hacer nada más. ¿Vas a caer en la trampa?

Seguro que todo el mundo está pensando en los cuentos clásicos, la Cenicienta, la Bella Durmiente, Blancanieves y los 7 enanitos, etc...y realmente esos son los primeros cuentos de hadas que aparecieron. Pero no son los únicos…

Esos cuentos ofrecen una imagen de las mujeres muy simple y básica. En realidad son mujeres que no hacen nada de provecho y se la pasan esperando a su Príncipe. Su único propósito es mantenerse hermosas para enamorar a primera vista a ese Príncipe azul que ha de venir a salvarlas. En el mejor de los casos, no tienen más habilidades que las de saber hacerse cargo de las tareas domésticas, como la Cenicienta que ha de limpiar y fregar para su madrastra y hermanastras o Blancanieves, que para colmo, tiene que ocuparse de las tareas domésticas de una casa con 7 enanos mineros. Lo de la Bella Durmiente ya es el colmo. Ella no hace nada, sólo dormir y dormir. No se le conocen habilidades ni aficiones.

En todos los casos, su gran oportunidad es enamorar a un hombre que las salve de su triste existencia y les de todo con lo que ellas han soñado. Triste verdad?

A mi sí me lo parece.

Estos cuentos tristemente hacen pensar a las niñas que su mayor propósito en la vida es ese: conocer a un hombre que las haga felices y que les de todo lo que ellas desean, porque enamorándose y siendo madres van a conocer la felicidad eterna.

No las motiva a ser autosuficientes, a buscar su verdadero sueño y a trabajar duro para alcanzarlo, a descubrir algo que las motive y las haga vibrar, a encontrar por ellas mismas lo que las hace felices sin tener que recurrir a un hombre, a saber salvarse a sí mismas y a solucionar sus problemas sin hacer que su felicidad dependa de terceras personas.

Sin embargo, en estos cuentos el papel de los hombres es distinto y mucho más estimulante: ellos deben buscar su camino, labrarse su propio futuro, convertirse en un digno Príncipe Azul para cubrir las expectativas de una Princesa. Y luego ¿nos sorprende lo que nos pasa?

Demasiadas veces he visto esta situación.

Mujeres que se casan enamoradas y que tienen hijos y que no tienen más habilidades que las de hacer las tareas domésticas. Que mientras sus hijos crecen y el amor se apaga se encuentran en una situación difícil, poco apoyadas en casa, con un trabajo que les aporta pocas satisfacciones y poco reconocimiento por parte de los miembros del hogar, empezando por ese hombre al que hace años amarraron su vida.

Pero son mujeres que nunca desarrollaron su capacidad de “salvarse a sí mismas” y que ahora no saben por donde empezar. Que simplemente se resignan a vivir tristemente y sin ilusión su vida resultado de las decisiones que tomaron en su día.

Quizá muchos piensen que ese cuadro pertenece al pasado y que esos cuentos clásicos ya no se llevan ahora, que ya están pasados de moda. La verdad es que eso no es cierto, aún ahora se siguen contando esos “cuentos” pero con otro formato. Basta echar un ojo a las novelas Crepúsculo de Stephenie Meyer o a las Cincuenta sombras de Grey de E.L. Grey. Es inquietante que las hayan escrito mujeres… como dando a entender que ellas saben bien qué es lo que esperamos de verdad.

Las protagonistas de ambas sagas en ningún caso tienen ninguna habilidad especial, algo que las haga destacar, no tienen ninguna pasión.

Bella Swan es una estudiante bastante torpe en sus movimientos y Anastasia Steele trabaja en una ferretería. Ambas son muy jóvenes y bastante atractivas, de hecho tienen varios admiradores pendientes de ellas.

Y en ambos casos ahí llega su GRAN OPORTUNIDAD, un hombre, guapo, rico y completamente enamorado de ellas que las saca de su estúpida existencia y les ofrece una vida cómoda, fácil y llena de lujos. ¿Algo con lo que toda mujer sueña?

Lo que no cuentan las novelas es lo que todos sabemos: que el amor se acaba, que esos años mágicos de enamoramiento superlativo acaban cediendo y que las personas cambian con el tiempo. Que lo que hoy te encantaba mañana te puede aburrir, y que es normal que así sea. Y que cuando esto pasa las personas solo cuentan con uno mismo para salvarse y salir a flote.

No te creas los cuentos de hadas que te cuenten. Aprende a vivir.

 

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