No tengo tiempo...

 Vivimos en una sociedad que va a mil por hora y tenemos muchas obligaciones y responsabilidades. La mayor parte del tiempo vamos corriendo de un sitio para otro y eso hace que “no tengo tiempo” sea una frase que se escucha con frecuencia. Pero, ¿hasta donde es una realidad y en qué momento empieza a ser una excusa?

 

Actualmente vivimos tan encajados en nuestro día a día y en nuestras rutinas que resulta complicado cambiarlas para introducir una nueva actividad, un nuevo proyecto. Muchas  veces, cuando alguien nos propone algo interesante contestamos rápidamente sin pensarlo siquiera con un  “es que no tengo tiempo”, la frase que se ha convertido en la excusa número 1 de los últimos 30 años.

Y es que al final, si lo pensamos bien, esta frase es tremendamente inexacta. En la mayor parte de los casos, no es que no tengamos tiempo, es que tenemos otras prioridades que nos gustan más, o no nos apetece lo más mínimo hacer eso que nos han propuesto, aunque sepamos que nos va a venir muy bien.

Conozco personas que relegan el ejercicio físico a aquellos momentos en los que no tienen absolutamente nada que hacer, porque consideran que cualquier otra cosa es siempre más importante. Esto es un gran error, porque siempre habrá cosas “importantes” que tendrás que hacer o que te apetecerán más que hacer ejercicio físico. También está la “parálisis por análisis”, que hace que sea necesario tenerlo todo perfectamente preparado: la actividad adecuada, en el horario perfecto y el gimnasio de moda, con la ropa que nos favorezca más y las zapatillas más cool del mercado. La verdad es que con tantos condicionantes es dificilísimo salir a hacer deporte, no sé cómo hay gente que lo consigue… 😊

Sólo hay que observar un poco para darse cuenta de que las personas que hacen deporte regularmente sacan ese tiempo de donde sea, lo buscan realmente. No buscan una excusa, buscan una solución.

Una de las cosas importantes que hay que hacer cuando uno ha decidido – de verdad- ponerse a hacer algo y quiere que deje de ser un proyecto para convertirse en una realidad, es agendarlo, es decir, buscar un momento del día o de la semana para dedicarse a hacer esa actividad. De nuevo, es necesario ser realista y buscar un momento asequible: si te cuesta mucho madrugar, no te engañes a ti mismo con la idea de que te levantarás una hora antes para hacerlo. Si no crees que puedas ir más de dos días a la semana no programes una hora diaria, porque es el camino más recto para que no lo hagas y te desanimes en el intento.

Y es que es necesario ser muy honesto para que no nos boicoteé esa persona que siempre está a nuestro lado: nosotros mismos.

Esta es solo mi opinión. Seguro que tú tienes la tuya, y si no la tienes, a lo mejor es el momento de que reflexiones sobre este tema.

Si te apetece y te animas, me gustaría que me hicieras algún comentario. Seguro que aprendemos mutuamente.

 

 

 

 

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